LAS BODEGAS SUBTERRÁNEAS DE ARANDA DE DUERO

Las bodegas subterráneas de Aranda de Duero se construyeron durante los siglos XII al XVII y forman parte de nuestra historia pasada, presente y futura.

De la historia pasada, por que durante muchos años en Aranda de Duero se vivía del vino, ya que el cultivo de las vides era prácticamente el único que existía y ello condujo al crecimiento y expansión de la villa durante los siglos XVI y XVII. Entonces, prácticamente cada familia poseía una bodega debajo de su casa que le permitía almacenar su producción de vino.

En el presente, porque gracias a algunas iniciativas privadas y la contribución de las Peñas para la conservación de las bodegas, han permitido que hoy en día en pleno siglo XXI podamos recorrer una parte del subsuelo de Aranda De Duero, tal y como hicieron nuestros ancestros muchos siglos atrás para almacenar y elaborar los vinos.

Actualmente, el enoturismo es una tendencia que va en aumento y son muchos los viajeros que buscan la posibilidad de hacer una visita bodegas Ribera del Duero, o una cata de vinos Ribera del Duero, y eso es exactamente lo que Ribiértete ofrece entre su amplio abanico de actividades relacionadas con el mundo del vino. Cuando un viajero entra por primera vez en una bodega subterránea, realmente no espera encontrar unos espacios construidos a una profundidad como la que tienen nuestras bodegas.  Ni siquiera se imaginan el entramado de bodegas subterráneas que recorren el subsuelo del centro de nuestra villa. Al comenzar a descender por las escaleras de la bodega, poco a poco se van sumergiendo en un ambiente especial de paz y silencio absoluto, un entorno que ha permitido reposar los vinos que en ellas se elaboraron durante varios siglos. El vino estaba almacenado en enormes cubas que ocupaban prácticamente el espacio completo de las naves de la bodega y que podían contener en su interior hasta 4000 litros.

Una vez en el interior de la bodega, se intenta trasladar al visitante a un tiempo pasado, en el que la luz eléctrica no existía y se utilizaban en su lugar velas o candiles para adentrarse en las profundidades de nuestra ciudad. También se le transmite el duro trabajo que nuestros antecesores realizaron, primero para la construcción de las bodegas, excavadas en el suelo y posteriormente para utilizarlas como lugar para la elaboración del vino y como almacén. Las condiciones de temperatura y humedad son idóneas para su conservación, siendo claves la construcción de las zarceras, ya que permiten mantener unas condiciones de temperatura y humedad constantes a lo largo del año y con independencia de la climatología que haya en el exterior.

Los visitantes quedan fascinados con las explicaciones y con los diferentes aperos de labranza que en su interior alberga el Museo del Vino Ribera del Duero. Se les explica para qué se utilizaban durante las diferentes fases de producción del vino: desde la planta y la vendimia hasta que llega a la copa. Quizá así se pueda valorar el duro trabajo que conlleva elaborar los vinos que después disfrutarán.

Hoy en día, nuestras bodegas siguen fascinando a todos aquellos que se acercan a nuestra ciudad, interesados en nuestra oferta de gastronomía y cultura.

Ojalá que en el futuro, las generaciones venideras sigan siendo capaces de valorar y recordar que, gracias a sus antepasados, que con gran esfuerzo y dedicación fueron capaces de crear una red de túneles y galerías en las que almacenar sus vinos, en esta villa ligada por siempre al mundo del vino.